martes, 6 de septiembre de 2011

Si, de la pizzería!

Estación San Juan

Y llegó el momento. Se despertó como cada mañana, se sentó a los pies de su cama.
Por unos minutos pensó en seguir durmiendo. Por esos minutos, llegó tarde.
En el camino las baldosas, los mezquinos, los hambrientos y comercios. Por la tarde, el sol.
En su tumba hoy descansa una ilusión. Mañana, tal vez, descansen los restos de su amor.
Abren los cajones, las verduras, la mañana. Abren las pieles y florece la paz.
Después corearon el taller gratuito en el viejo Normal 10, a menos que...
Punto y aparte en el café, las pestañas de madera y un viejo de azul, inestable.
Cayó la banda. Lavanda. La bandana.
Esa misma noche un siniestro plan descabezaba pocos títeres y de pronto una carta sobre el sofá.
Poco y nada, nada en sport club, nada de nada y nada más.
Fuiste a donde van todos, cantaste lo que cantan todos, creíste en lo que creen todos y al final, pensaste lo que todos.
Es el fin, tan ruin, como punto de partida. Un fuga inexplicable de motivos y vos, tan absoluta.
Y llegó el momento. Se despertó como cada mañana, se sentó a los pies de su cama.
Y tras su puerta, un jardín japonés.

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