lunes, 5 de diciembre de 2011

Cómo hacer un huevo frito

Por un depresivo.

Aunque prefieras estar durmiendo tendrías que echar el aceite en ese viejo y oxidado sartén y en silencio, como siempre, verás cómo se calienta la fría y oscura cocina.
Ahora debes echar el huevo al compás de tus palpitaciones. Si, allí adentro hay un pollito que no nació. O que tal vez no merecía vivir, quién sabe.  Otra vida a la deriva y esta vez a esa laguna de aceite ardiente. 
Con la izquierda secate las lágrimas, o con la derecha, todo es lo mismo. Y con la otra mano le echás sal y si querés un poco de cianuro.
Vuelve el silencio y la espera, qué más da, hasta que la clara se ponga blanca como tu piel.
Podés tirarle el aceite caliente encima, como yo lo hicieron sobre tu pecho, para  que se cocine bien la yema. Como se cocina la vida.
Ahora si querés un huevo frito pero revuelto, tenés que hacer lo mismo de siempre. Acabar con una vida y comértela. Pero en el momento en que la clara se pone blanca lo empezás a revolver, como se revuelve la cabeza frente al recuerdo de mamá.


Nota: Tenés que hacer los huevos con llama baja. Sí, el dolor siempre es a fuego lento.

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